jueves, 22 de marzo de 2007

Se impecable con tus palabras




Con mis palabras y canciones expreso mi poder creativo y revelo como soy.
Independiente de cómo hable o cante, mi intención la manifiesto a través de mis palabras.
Lo que sueño, lo que siento y lo que realmente soy, lo muestro por medio de palabras.
Y según como las utilice, me liberarán o me esclavizarán.
Una palabra puede cambiar una vida o destruir millones de personas.
Las palabras son como semillas y la mente es un campo muy fértil.
El problema es que frecuentemente es fértil para malas semillas.
Lo importante es descubrir para que semillas es fértil nuestra mente, y prepararla para recibir las semillas del amor y del bien.

Una palabra también es como un hechizo, y nosotros nos hechizamos los unos a los otros imprudentemente.
Podemos hechizar o liberar a alguien de un hechizo (con nuestras opiniones).
Una palabra que capta nuestra atención puede cambiar para bien o para mal nuestras creencias.
Nuestra mente se mueve en cientos de direcciones diferentes y podemos pasar días enteros atrapados en nuestras
creencias (rollos).
Cuando crees en lo que una persona te dice, los hechizos se hacen o se rompen si alguien te ha hechizado y llegas a un nuevo acuerdo contigo.

Impecable significa sin pecado

Todo lo que sientas, creas o digas que vaya contra ti es un pecado.
Voy contra mi cuando me juzgo y me culpo por cualquier cosa.
Ser impecables es no ir contra mi mismo. Cuando soy impecable asumo la responsabilidad de mis actos pero sin juzgarme ni culparme.
El peor pecado que puedo cometer es rechazarme a mi mismo.
Ser impecable con mis palabras es no utilizarlas contra mi mismo.
Si me enojo, con mis palabras te envío mi veneno emocional, tu me odiarás y no será bueno para mi, las estoy utilizando en mi contra.
Si me amo a mi mismo, expresaré ese amor en mis relación contigo y seré impecable con mis palabras. La acción provoca una reacción semejante. Si te amo, tu me amarás. Si te insulto, me insultarás.
Si utilizo las palabras para hechizarte, tu emplearás las tuyas para hechizarme a mi.
Ser impecable con mis palabras significa usar mi energía correctamente, en la dirección de la verdad y del amor por mi mismo.
Si llego a un acuerdo conmigo para ser impecable con mis palabras, bastará para que la verdad se manifieste a través de mi y limpie todo veneno emocional que haya en mi interior. Pero llegar a ese acuerdo es difícil, porque hemos aprendido a hacer precisamente lo contrario. Hemos aprendido a hacer de la mentira un hábito al comunicarnos con los demás, y aún más importante, al hablar con nosotros mismos.
Con el uso erróneo de las palabras, nos perjudicamos los unos a los otros y nos mantenemos mutuamente en estado de miedo y duda.
Siempre que escuchamos una opinión y la creemos, llegamos a un acuerdo que pasa a formar parte de nuestro sistema de creencias (complejos).

Los hechizos pueden ser lanzados por las personas que más queremos, desde nuestros propios padres. ¿Cuantas veces cuando niños nos lanzaron opiniones que cargamos durante años?. Las personas que nos quieren nos hechizan, pero debemos perdonarlos porque no saben lo que hacen.
La única manera de deshacer un hechizo es llegar a un nuevo acuerdo que se base en la verdad. Solo la verdad nos hace libres.

El chismorreo y los chismes son los hechizos de la peor clase, porque son puro veneno: Expresar abiertamente opiniones sobre otras personas, incluso opinar de gente que no se conoce.
Mediante esas opiniones se transmite veneno emocional y hoy muchos lo ven como la manera normal de comunicarse. Es la forma que utilizamos para sentirnos cerca de otras personas, porque ver que alguien se siente tan mal como nosotros nos hace sentir mejor.

Una mínima información errónea puede estropear la comunicación entre las personas e infectar a todos aquellos que toca, que a su vez contagian a más gente.
De niños actuamos de este modo casi sin darnos cuenta, pero a medida que vamos creciendo, nuestros esfuerzos para desprestigiar a la gente son mucho más calculados. Seguimos mintiéndonos a nosotros mismos y nos decimos que la persona en cuestión recibió un justo castigo por su maldad. Aun no somos concientes del mal uso de nuestras palabras.

Es necesario comprender lo que son las palabras y lo que hacen. Si entiendes lo que es ser impecable con tus palabras verás cuantos cambios ocurrirán en tu vida.
¿Cuántas veces has captado la atención de otras personas y has esparcido veneno sobre un ser amado para hacer que tu opinión pareciese correcta?. Tu opinión no es más que tu punto de vista y no tiene por qué ser necesariamente verdad. Tu opinión proviene de tus creencias, de tu ego y de tu propio sueño de cómo quieres ser.
La cantidad de amor que sientas por ti es directamente proporcional a la calidad e integridad de tus palabras. Cuando eres impecable con tus palabras, te sientes bien, eres feliz y estás en paz. Empléalas para compartir tu amor. Utiliza las palabras para romper todos esos pequeños acuerdos que te hacen sufrir.

Para todos con cariño:
Eduardo Valenzuela.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Valió la pena, sufrir dolores de parto, cuando al final se sostiene entre las manos una nueva vida que el existir de la Madre ha transformado…

Y el dolor que se experimenta en las pequeñas caídas, cuando se dan los primeros pasos, se convierte en triunfo, al lograr afianzar el caminar, luego poder correr, y quizás hasta en sueños volar…

Un fracaso, asumido con madurez, puede en un principio doler; pero al superarlo, el alma se logra fortalecer; y más valiente se hace el ser humano, ante cualquier reto que se le presente o ante los diferentes momentos que en su vida pueda tener…

Los padres que tienen un hijo especial, desde un primer momento, es tan grande el dolor que pueden llegar a pensar, que se sienten frustrados y no lo podrán superar; pero con el tiempo y asumido desde la fe, ese ser que en un principio causó dolor, se llegará a convertir en el más grande amor, y les enseñará a descubrir lo que realmente en la vida tiene valor…

El perder un ser querido, deja el corazón destruido… hasta que se logra ver la muerte desde los ojos de Dioses, y se transforma en esperanza el dolor; esta tristeza que deja el vacío, nos enseña a valorar a quienes a nuestro lado han quedado, y que también son seres amados…

Si llegamos a sentir hambre, aprendamos a valorar el pan que comemos cada día… Si superas una enfermedad, vives más intensamente la vida; si pierdes un amor, por un error; te esfuerzas por dar de ahora en adelante, de ti lo mejor…

Así es el dolor, te hace fuerte y transforma el corazón…

Es necesario asumirlo desde la fe, porque así, aunque sea demasiado fuerte ese dolor, no te detiene, te enseña a ver el mundo con otros ojos, y te ayuda a vivir mucho mejor…

Si careces de algo, valoras más lo que tienes…

Si sufres por alguien, llegas a amarlo más…

Si escoges el camino difícil, te haces más fuerte, si experimentas de cerca la muerte, aprendes a amar más la vida…

Si caes, adquieres destreza en levantarte…

El dolor no deforma, sino que transforma…

Hay quienes se quejan del dolor y el sufrimiento; y otros que se van al extremo, les gusta ser masoquistas y quedarse en ello…

El dolor no es un castigo, tampoco un estilo de vida; no se trata de renunciar a vivir, ni de estancarse en él, para decir que se ha de sufrir…

El dolor es un verbo más que se conjuga en el ser humano, pero que debe ser asumido en paz, enfrentarlo como un reto o como ese peldaño, que al superarlo, te hace fuerte, te enseña a valorar lo que tienes, te asemeja a aquel que por amor, y su vida entregó e hizo del dolor, redención…

El dolor no deforma, transforma… es una gran verdad… y eso lo sustentan, quienes al sufrir, sienten que han crecido y se han fortalecido aún más… aquello que alguna vez te hace sufrir, al superarlo, te hará feliz de verdad; te enseñará a ver la vida con nuevos ojos, y podrás experimentar en tu corazón una gran paz, que se hará presente en cualquier momento que vivas, ya sea al reír o al llorar…

Te Quiero Mucho Peladin...