jueves, 21 de diciembre de 2006

Da lo mismo donde vivas, siempre llegarán los graffiteros a escribir.



¿Y porque no escriben en los muros de sus casas?.

Un mal rato deben de haber pasado los dueños de la casa de al frente, estaba recién pintada ya que se disponían a arrendarla. Ahora con ese muro todo escrito, con seguridad el nuevo arrendatario les exigirá volver a pintarlo.


Hay gráffitis hermosos como los que he visto en Santa Isabel antes de llegar a Portugal, pero estas rayas, pseudos firmas y señales de marcar territorio en muros ajenos…..




La eterna pregunta:

¿Arte o vandalismo?


Esta cuestión es un círculo vicioso. ¿Crea o destruye?.
Depende del punto de vista con que queramos verlo.


El graffiti siempre va acompañado de su condición transgresora, extralimitada, destructiva, combativa, en realidad, el carácter que constituye su esencia es la “ilegalidad”.

Podemos llamarlo vandalismo, pero tampoco hay que ver más allá de lo que es.
Algunos afirman que: “El graffiti es el grado cero de violencia, es el más pequeño de los actos vandálicos” y aceptarlo sin su esencia de ilegalidad, es no entender una de sus causas básicas de producción.
Nos encontramos ante un fenómeno simultáneo de creación y destrucción.


Por otro lado, nos encontramos también con el inevitable carácter artístico de este fenómeno plástico, el hecho de la destreza, la técnica o el estilo de un escritor es algo que puede tratarse desde un punto de vista meramente pictórico, al margen de ideologías o del lugar simbólico donde esté realizado.

Esto nos lleva a dividir el graffiti en dos:
Graffiti legal (arte) y graffiti ilegal (vandalismo)
.


Hay muchas y muy diferentes opiniones de ellos y genera disputas y debates sobre como debe pintar un escritor: legal o ilegalmente. Lo que está claro es que cada uno tiene su forma de ver las cosas y sus razones que le hacen decantarse por una o por otra. Gozan de especial respeto los escritores que practican ambos estilos de graffitis.


Por último, efectivamente un bote de spray no es un arma y un escritor de graffiti no es ni un terrorista ni un drogadicto, en contra de lo que muchos puedan pensar.



No escriban o pinten los muros de mi casa, lo haré yo mismo.