martes, 26 de diciembre de 2006

Violencia en nuestra sociedad



Los hechos invitan a una reflexión y toma de responsabilidad sobre los tipos de violencia en nuestra sociedad.

Si algunos jóvenes se agreden y usan la violencia hasta la muerte, es debido a que la han asumido como un valor y es una forma apropiada para ellos para resolver sus conflictos.

La violencia es una manifestación en nuestra sociedad de la instalación del uso del dolor para doblegar la voluntad del otro.

Es necesario reconocer que la legitimidad social del empleo de la violencia se ha instalada en nuestra sociedad y que es responsabilidad nuestra y del estado no solo reducir su uso, sino que además, es necesario y urgente desvalorizar su empleo y deslegitimar su uso para la resolución de conflictos intrafamiliares, entre vecinos y amigos, en las comunidades y barrios, colegios, partidos políticos, clubes deportivos, etc.

Lamentablemente la violencia se ha hecho una realidad demasiado frecuente y cercana.

Los medios de comunicación nos traen todos los días noticias de las violencias internacionales, guerras, genocidios, atentados suicidas. Pareciera ser que el mundo está hecho de estos ingredientes solamente. Pero nada se dice de las violencias más cercanas, las que conocemos por rumores o
estos medios y que después son confirmados, las que pudiéramos evitar y prevenir.

Informar sobre lo que está pasando en la realidad no evita el problema.
El problema de fondo es encontrar las causas que producen la violencia.

Desterremos el lenguaje agresivo, los gritos, las amenazas, los métodos impositivos, las manipulaciones, las campañas de la guerra que vendrá y la preparación militar que nos impulsa a defendernos de todo y de todos.
Pasemos de la guerra global a la paz global.

Eduquemos para el respeto que es el primer escalón de la paz.
Eduquemos para la justicia que es el segundo escalón hacia la convivencia en paz.
Eduquemos para la verdad que libera nuestras agresividades.
Eduquemos para la libertad que nos libera de la represión.
Eduquemos para el amor que es el más alto escalón de la paz.

Así la violencia podría disminuir.

Desterremos la “cultura de la confrontación”, el lenguaje ofensivo, las malas palabras dichas o sugeridas, la actitud siempre ofensiva y siempre agresiva contra enemigos y otros.

Cultura es educar para la convivencia pacífica, no para reprimir al que piensa distinto.
Cultura es cultivo de lo bueno, de lo bello, de lo verdadero. Pero si el “cultivo” daña la planta no es cultura.
Es sembrar violencia que, como todos sabemos, no engendra nada más que violencia.

Es cierto que la violencia callejera constituye un desafío para nosotros.

Deseo dirigir estas palabras con voluntad y humanidad, con determinación y discernimiento. Evitemos estigmatizar y luchemos contra todo tipo de discriminación.

La mayoría de los jóvenes desea integrarse en la sociedad y labrarse un porvenir.