domingo, 27 de mayo de 2007
jueves, 17 de mayo de 2007
ANECDOTAS DEL COLEGIO
Este Post nace después de leer en Las Crónicas de un Marciano la "Reforma Educacional"
EVALUACION
Si en mi época hubieran existido la evaluación en la educación, muchos de mis profesores habrían quedado sin pega, me acuerdo del Perro Guzmán, profesor que me enseñaba Matemática. Geometría y Física. Sus clases eran muy entretenidas y nos calificaba por nuestro sentido común, materia poco y nada pasaba y dictaba para que escribiéramos, nos hacía preguntas de ingenio que cada uno debía responder y el que contestaba correctamente avanzaba un lugar en las filas, me explico: la clase tenía 7 corridas de asientos y le preguntaba al 3º de la segunda fila, si este no sabía la respuesta, seguía con 4º (decía: “El otro que sigue”) y así hasta llegar al que respondía correctamente y si no contestaba nadie, seguía con el 1º de la 1ª fila. El que respondía correctamente abanzaba de lugar, donde comenzaba a preguntar, y en el caso que nadie supiera y comenzara con el 1º de la 1ª fila, se sentaba en el primer lugar y todos nos corríamos un lugar.
A final de mes cuando nos calificaba era de la siguiente forma, la fila 1 un 7, la 2 un 6, la 3 un 5, la 4 un 4, la 5 un 3, la 6 un 2 y la 7 un 1. Este profesor era conocido por su sistema de educación y nadie lo criticaba, nos hacía ir a clases durante TODO el año los días Domingos a las 6.30 de la mañana y a esa hora cerraba la puerta de la sala y si llegabas tarde te quedabas afuera y más encima debía escribir 1.000 veces “No debo llegar tarde a clases de Matemática” y llevarlas a su casa ese día a las 3 de la tarde. O sea me tocó vivir además una dictadura educacional con un viejo loco que me hizo reír mucho por sus escapadas y peinadas de muñecas.
ABUSO DE AUTORIDAD
En mi paso por el Colegio San Ignacio el Rector, el Padre Jaime Corréa, de la congregación Jesuita; cuando nos sorprendía en alguna mala acción (para el) nos levantaba de nuestros asientos de una oreja o de las patillas haciéndonos chillar como barracos. Más de una vez comenté esto con mis padres y ellos respondían: “Pero como, si es un padrecito y son tan buenos”. También estaba el Padre Vargas que siempre nos saludaba con una bofetada, al final nadie quería saludarlo y lo evitábamos.

Publicado por
Eduardo Valenzuela
a las
17:26
2
Comentarios
miércoles, 2 de mayo de 2007
ALTURA CERO
Caminar a la orilla del mar es una de mis aficiones favoritas, sentir el aire en mi cara y escuchar el ruido de las olas me calma como a un niño. Necesitaba salir de Santiago y alejarme de mi entorno para satisfacer mi espíritu un poco abandonado.
La energía cósmica como la de la tierra, me recargan emocionalmente y son mi cable a tierra para mis vibraciones negativas.
No es evadirse de la realidad ni un secreto a voces que el querer arrancarse del ruido de la ciudad hace bien, de vez en cuando hacerse un cariñito y acercarse a la altura cero no hace mal.
A ras de piso, sobre asbesto, hierros oxidados y nailon, caminaban algunas jaibas entre cabezas de pescados. A pocos metros unas focas entre las olas robaban las carnadas de quienes pescaban desde arriba.
Sentí en mis pies latir los cimientos del Muelle Vergara y la fuerza del oleaje que azotaba sus viejos pilotes. Cargando su historia con olor a algodones de azúcar y mote con huesillo, es caminado a diario por visitantes que como yo se toman fotografías y llevan como recuerdos de este bello fin de semana.
Día luminoso, cargado de nuevos vientos y colores, lejano de sombras y medias tintas. En mi atril arena blanca, brillante espuma de mar azul caliente, caracolas y agua salada que hierve en movimiento. Así pinto el paisaje hasta mi próximo regreso.
Aparecen los primeros arreboles anunciando el fin del día, debemos llegar a Valparaíso antes que caiga la noche. Me espera una larga jornada, el público me espera.
Y mirando el infinito como si fuera la última vez, dejo mis deseos en el mar que intranquilo no me baña: pido por mi familia, seres queridos y amigos.
Que esta noche mi presentación tenga buena acogida y mi regreso a Santiago sea sin novedades.
Gracias por el hermoso día que me toco vivir.


Publicado por
Eduardo Valenzuela
a las
1:44
2
Comentarios
Suscribirse a:
Entradas (Atom)